Texto integro de una publicación menes del 5 julio 2011
Parroquia de la Asunción en 1917, obsérvese la delimitación de su atrio por un sencillo balaustre y al fondo la Casa de Música J. Parres. Foto: El Sol de Hidalgo |
Pachuca, Hidalgo.- De conformidad con el informe que en 1569
enviaba al arzobispado de México el sacerdote de la Parroquia de la Asunción de
Pachuca, don Francisco Ruiz, la primera edificación religiosa de esta comarca
minera fue la capilla de la Magdalena, concluida en 1534, en las inmediaciones
de la entonces República de Indios, que es hoy la Villa de Pachuquilla, sin
embargo, la construcción más importante se realizó en el bonancible Real de
Tlahuelilpan, hoy asiento del Centro Histórico de Pachuca, y fue el templo
dedicado a la "Virgen de la Asunción a los cielos", edificado hacia
1553, según señala el historiador Francisco del Paso y Troncoso, en su obra
"Papeles de la Nueva España".
Aquella primitiva construcción, desplantada en pequeña nave,
edificada de adobe, con techo de tejamanil y torre de cal y canto, fue elevada
a la categoría de parroquia, según el Itinerario de Hipólito Vera, en 1560,
aunque es hasta 1568 cuando se inician en forma los servicios sacramentales,
como se desprende del primer libro que obra en su archivo, cuyo asiento inicial
de fecha 31 de enero de 1568 registra el bautizo de la niña (india) que llevó
el nombre de Agustina. En tanto el de matrimonios comienza el 23 de marzo de
1568, con el asiento nupcial de Pedro de San Miguel y María, ambos indígenas de
la encomienda de Antonio de la Cadena, este último reconocido como el principal
contribuyente en la construcción de la parroquia.
En los primeros años y debido a la poca feligresía, los
servicios religiosos fueron realizados por sacerdotes itinerantes del clero
secular, pero, crecido el pueblo de Real de Tlahuelilpan, la arquidiócesis de
México ordenó hacia 1566, el nombramiento de un cura beneficiado de planta,
correspondiendo a Francisco Ruiz tal designación, a quien se asignó un sueldo
anual de 200 pesos de minas, derivados de 50 pesos de tipuzque por Acayuca y
otro tanto por cada uno de los pueblos y estancias de indios de Pachuca. Más
debido al importante número de hablantes de lengua mexicana y otomí, orillaron
al Arzobispado a sustituir, a principios de 1575, a Francisco Ruiz, por el
joven sacerdote Pedro de Salamanca, quien, no obstante a sus 34 años, era
conocedor de ambas lenguas.
De conformidad con la información que aporta Vicente de
Paula Andrade, la primitiva construcción se vino abajo en 1647, siendo curas de
la misma los presbíteros Jerónimo Castañeda y Francisco de la Cruz, iniciándose
de inmediato los trabajos de su reedificación, a fin de construir un templo más
grande y con mejores materiales y ornamentos. Los trabajos de la nueva fábrica
duraron 72 años, pues fue totalmente concluida en 1719, aunque durante ese
período, los servicios religiosos se celebraron mediante altares improvisados
en diversos sitios de la construcción.
Dos documentos hallados en el Archivo Histórico del Poder
Judicial del Estado de Hidalgo, dados a conocer por el historiador José
Vergara, ilustran algunos aspectos en la construcción del templo, el primero es
un contrato celebrado entre "Juan de Vargas, representante de los vecinos
y mineros de Pachuca, y el Maestro Juan Cerralvo", suscrito el 4 de
noviembre de 1622, es decir, 25 años antes de que la vieja edificación se
derrumbara debido al reblandecimiento de sus muros. El segundo es también un
contrato procedente del año de 1691, por medio del cual se pactaron los
trabajos para la construcción de uno de los altares colaterales del templo,
seguramente cuando estaba ya adelantada la edificación de la nave.
Si bien el nuevo templo quedó concluido en su exterior en
1719, las obras en su interior continuaron por largo tiempo, por lo menos hasta
1784, en que se concluyó el retablo del altar principal de estilo barroco en el
que Vicente de Paula Andrade asegura fueron talladas 20 imágenes de santos
curas, a: "Santos Lino, Dámaso, Clemente, Aniceto, Carlos Borromeo,
Ascanio, Fulco, Hipólito, Natal, Juan Jorge Gilaber, Sebastián de Villoslada,
Leonardo, Emiliano y Lucio; los B.B. Enrique, cura de Atlatlacumba, Jacobo
Vitriaco, Argentoli, Mateo de Francia, Antonio de Santa María y Roque
González.. Este retablo fue demolido en la segunda mitad del siglo XIX, para
edificar en su lugar un altar neoclásico que fue modificado en 1964; fue
nuevamente repuesto con diversas variantes en 1975.
Tanto en los planos y mapas, como en los más antiguos
grabados y fotografías que se conservan de la ciudad de Pachuca, puede
observarse la amplitud del templo, en primer término, por el sur su curato se
prolongaba hasta el callejón del Castillo, hoy Patoni, y por el norte podía
observar una ermita anexa a la nave principal, finalmente el atrio, mucho más
espacioso, se prolongaba hasta el muro norte del edificio de las Cajas Reales.
Fue en 1861, a partir de la aplicación de las Leyes de
Reforma, que el templo fue seccionado y vendidas diversas porciones
consideradas superiores a las necesidades de culto; el ala norte se enajenó a
favor del minero Benito Arellano, quien a su vez la entregó al prestamista
polaco, Francisco Lambert, a cuya muerte y por no haber formulado testamento ni
tener descendientes pasó a manos del gobierno, siendo ocupada como sede del
Ejecutivo estatal hasta 1943, en que se transformó en Cámara de Diputados. En
1957 se establecieron en ese sitio diversas oficinas públicas, hasta que en
1970 es ocupada por la Presidencia Municipal de Pachuca, finalmente, el
edificio fue cedido a la Compañía de Real del Monte y Pachuca y embargado pasó
a poder del Instituto Mexicano del Seguro Social, quien estableció ahí su
Delegación Metropolitana. Hoy se encuentra abandonado.
Por lo que se refiere a las construcciones del lado norte, a
un lado del atrio, éstas fueron vendidas en 1865 a don Francisco de J. Parres,
quien edificó el asiento de su negocio de instrumentos musicales y su
residencia, después de 1910, la finca ha sido enajenada a diversos propietarios
y hoy debido al estado en el que se encuentra y al uso que se le da, es una las
grandes vergüenzas de nuestro Centro Histórico.
menes_ llaguno@hotmail.com